viernes, 22 de julio de 2016

DUELO DE SOMBRAS 2


Anfitrión: Doctor Mortis



DUELO  

DE  SOMBRAS  2



En el post anterior, veíamos a Batman tratando de averiguar sobre algunos pordioseros que  habían desaparecido. Impresionado por el suicidio de uno de un callejero, se  ve  forzado  a cambiar su investigación cuando recibe una advertencia de su archienemigo Rash Al Gul: ¡El Maestro ha vuelto! Visita a Vándalo Salvaje en las instalaciones carcelarias de  CADMUS, y allí escucha una historia horrible, sobre un ser aterrador conocido como Mitros.


I

            Oscuridad. Gritos. Disparos. El dolor. Finalmente, la sensación de vacío que terminaba por consumirlo todo, por llevarse todo.

            - Señor, Bruno, ya estamos por llegar.

            Con aquellas palabras del fámulo, quien además era su chófer y amigo, Bruno Díaz salió de un intranquilo sueño.

            - ¿Está bien, amo Bruno?

            - Sí, Alfred. Es la pesadilla de siempre.

            - ¿El callejón?

            La pregunta no obtuvo respuesta.

            - ¿Cuánto falta?

            - Unos 15 minutos. Hay algo de café en el mini bar, señor. Tal vez lo despeje.

            Mientras Díaz disfrutaba del aroma y sabor de un reparador café colombiano, pasó revista por enésima vez a su entrevista con el criminal conocido como Vándalo-Salvaje. Sobre todo lo inquietaba la última parte.

            - ¡500 años!

            - Así es, Bats. Lo vi otra vez en los restos de la desastrosa batalla de Thuron, a las afueras de Antioquía ¡Memorable y ruinosa batalla! Yo estuve del lado perdedor, ¿sabes? Luego de 3 días de asedios y enfrentamientos, los malditos romanos nos hicieron pedazos. Cuerpos sobre cuerpos, sangre a borbollones remecida por los últimos suspiros de algún infortunado. Allí, debajo de innúmeros cadáveres, me escondí de las hordas vencedoras. Ya sabes que no temo a la muerte, pero no busco el dolor gratuito, y créeme que los romanos eran expertos en formas horrendas de provocarlo. Sobrevivir no era precisamente tan deseable en semejantes circunstancias.

             Horas después del último enfrentamiento, con solo el ruido que las aves de rapiña hacen cuando desgarran un cuerpo, decidí que ya era hora de salir de mi escondite. Era de día, Bat, el calor levantaba un hedor insoportable, mientras voraces bichos ya comenzaban a llenar el ambiente. Con mucho esfuerzo logré abrirme camino hasta el exterior, para contemplar cómo una carnicería brutal cubría la superficie hasta donde mis aturdidos ojos podían ver. No me detuve a meditarlo, tenía que salir de allí. Fue entonces cuando escuché unas voces. No logré reconocer el idioma, a pesar de dominar muchísimos. Me acerqué a una pila de soldados desmembrados donde seguramente pasaría inadvertido. Las siluetas no me parecieron de legionarios, sino de médicos, arpías inhumanas, listos siempre para apoderarse de alguna víctima a medio morir para provocarle mayores males que la guerra. Estaba preparado para enfrentar a este grupo cuando lo vi. Allí paseándose como un gobernante entre sus mutilados súbditos, un rey horrible, monstruoso, caminaba entre los muertos, como revisando un ejército dispuesto. Lo vi, Batman, lo vi, era él, no cabía duda alguna; su pavorosa figura, su insultante superioridad, era él, Mitros, pero ahora convertido en un ser cuyo rostro mostraba la corrupción a la que alma había llegado. Ignoro por cuáles medios ese demonio había logrado llegar a sobrevivir 500 años más, pero su rostro desfigurado, maldito, me mostraba los pactos nauseabundos que sin duda había realizado con oscuridades más allá de nuestra comprensión.

            ¿Qué debía hacer? La ira, el deseo de venganza, el odio me impulsaba a levantar mi espada y atravesarlo tantas veces como lo había soñado. La prudencia me convenció de seguir oculto, en el mayor de los silencios. El dilema no lo resolví yo, la encrucijada me fue arrebatada por la Bestia. Sí, Batman, Mitros se detuvo un momento y oliendo, identificando a través de la podredumbre que ya se levantaba en el campo de batalla, dirigió su espantoso nuevo rostro hacia mí. De entre todos los cadáveres alrededor, él logró verme, logró notarme. Sonrió dejando ver una dentadura blanca, perfecta, coronada de labios tan secos que estaban a punto de desprenderse de su rostro. Levantó una mano en señal de autoridad y dijo:

            - ¡Levantaos, hijos míos, tomad lo que es vuestro!

Y entonces, lo juro Bat, no miento, algunos cadáveres comenzaron a moverse, a levantarse, ¡A caminar! ¡A gemir! Y se dirigían hacia mí.

La energía que guardaba mi cuerpo me hizo reaccionar, me desprendí de todo lo que podía obstaculizar mi escape y me abrí paso entre la muerte que me rodeaba. Aquellos seres que alguna vez fueron humanos, venían siguiéndome muy de cerca. Otros comenzaron también a levantarse. Me di cuenta que si no ponía todo mi empeño terminaría en las horribles garras de Mitros, cuya locura ya conocía bien. Así que corrí sin mirar a atrás, corrí, corrí tanto que sólo cuando las fuerzas ya me faltaron totalmente, me dejé llevar por el cansancio derrumbándome. Desperté en un campamento, donde me atendieron hasta que pude huir de allí.

Nunca más he vuelto a verlo, aunque supe de él cuando me encontré con Rash Al Gul hace 200 años. Solo el señor de la Liga de las sombras puede contarte su experiencia con el monstruo.

            - Ha desaparecido. Me informó de una señal recibida desde el Pacífico sur y de “La Cofradía”.

            - Entonces es verdad. El Maestro ha vuelto y todos estamos perdidos.

El justiciero dejó al inmortal sumido en una profunda tristeza. Lejos de hallar luz en las palabras de Vándalo Salvaje, la oscuridad se hizo más inmensa todavía.


II

            La reunión semestral de avance de Empresas Díaz, solía ser uno de los momentos más esperados por Bruno Díaz, accionista principal. El imperio que le habían dejado sus padres se mantenía gracias a los proyectos que allí se mostraban. A pesar de su doble vida, estaba al tanto de varios de ellos, en especial de uno, cuyo gestor estaría presente y a quien tenía muchas ganas de conocer.

            - ¡Bruno! – llamó su atención su fiel amigo Lucius Fox –, déjame que te presente al profesor James Hals.

             Los dos hombres se estrecharon las manos.

            Hals era un hombre mayor, bien conservado para sus 75 años. Tez blanca, ojos brillantes, calva elegante y voz profunda.

            - Señor Díaz, ¡qué placer! Al fin conozco al hombre detrás del dinero.

            - El dinero es solo una parte de lo que somos, lo que de verdad nos importa son los beneficios para la humanidad. Esa era la visión de mi padre.

            - Visión que Bruno trata de mantener a toda costa – dijo Fox.

            - Fue eso lo que me llevó a aceptar el financiamiento de Empresas Díaz y rechazar a Lexcorp.

            - Tiburones hay en todos lados
.
            Les trajeron algunos aperitivos que se sirvieron con alegre fruición.

            - Su proyecto, profesor Hals - prosiguió Díaz-, me interesó de inmediato. Imagínese, la reanimación de células muertas para que sigan realizando funciones de mantenimiento en organismos vivos. Es brillante.

            - Lo será si lo logra, como lo esperamos – agregó Fox.

            Hals consumió un bocadillo y dijo:

            - Siempre he reconocido que el mérito no es del todo mío. La primera vez que oí de semejante idea y de algún procedimiento que lo hiciera posible fue en universidad de Ciudad Central, en una singular conferencia a cargo del doctor Tyss Morgan.

            - Leí que fue desprestigiado por sus colegas hace 50 años. Sus propuestas eran inquietantes.

            - Señor Díaz, lo que hace 50 años era “inquietante”, hoy lo llamamos “visionario”.

            - ¿Qué fue de él?

            - Lo ignoro, señor Fox, le perdí la pista casi de inmediato. Nunca más publicó. Imagino que habrá muerto.

Los interrumpió una llamada al móvil de Bruno Díaz:

            - Disculpen, ¿qué pasa, Alfred?

            - Debería asomarse a la ventana, señor. Algo ocurre en el edificio del frente.

            El joven millonario se acercó al gran ventanal de la sala de eventos de su edificio, seguido por varios presentes que notaron su rostro de preocupación. Lo que vieron los estremeció.

            - Rápido – dijo Fox- llamen a la policía o avisen a los bomberos.

Justo frente a sus ojos, en el viejo edificio situado a un costado de la fachada de Empresa Díaz, una mujer, anciana, harapienta y sucia, de pie en la cornisa de la azotea parecía estar a punto de lanzarse a la calle. En la mente de todos se dibujó la consecuencia de estrellarse en el pavimento desde una altura de 20 pisos.

            Mientras todos marcaron algún número desde sus móviles, Díaz observó atentamente a la anciana. Su entrenada observación la recorrió en segundos sacando el perfil de la mujer. A pesar de su aspecto, se dibujaba en su rostro una paz imposible, enferma, que inquietó mucho más al empresario que todo el resto de la escena.

            Desde lejos se comenzaron a escuchar las sirenas de la policía. Bruno supo que ya era tarde, pues vio dibujarse en la cara de la mujer la pétrea máscara de la decisión. Apareció un helicóptero de algún canal de televisión trasmitiendo para toda la ciudad esta locura que rompía la rutina de la más oscura ciudad del mundo. La mujer cerró los ojos, movió los labios, como haciendo una oración y, tranquilamente, se lanzó.

            Bruno se la quedó mirando con frialdad mientras caía. Solo unos segundos y el cuerpo de la mujer se golpeó con el duro suelo de concreto con el impacto de 200 veces su propio peso. Es posible que antes de llegar al suelo ya estuviera muerta de asfixia. Abajo, los gritos, las maldiciones, algún sádico filmando el cuerpo o fotografiando el evento para su diversión. Algún policía alejando a los curiosos y alguna madre evitando que su hijo contemplara la terrible escena. Nada más.

             Bruno Díaz, se volvió a los invitados y señaló tranquilo:

            - Bueno, señoras y señores, ya todo está en manos de la policía así que nosotros sigamos en lo nuestro.

             El anfitrión debía mantener su imagen de frío y despreocupado para que ni de lejos lo relacionaran con su alter ego.



III
            - Raven, ¿estás segura?

            La profunda voz del justiciero sonaba ansiosa y decepcionada.

            - Sí, Batman – recalcó por el enorme visor de la bat-cueva, la bella hechicera, amiga y aliada en su lucha contra el crimen-, lo he consultado con todos mis contactos y nadie sabe decirme ni palabra del tal Mitros. Incluso le pregunté a Destino, y ni el antiguo Amo del Orden supo darme una respuesta. Un ser como el que describes es imposible que haya pasado inadvertido para magos y hechiceros de todos los tiempos. Si Vándalo Salvaje tiene razón, te enfrentas a una de las figuras más peligrosas de la historia.

            - Está bien, Raven, si sabes algo, comunícate de inmediato.

            -Lo haré y… ¡ten cuidado, Bat!

            La imagen desapareció.

            Cerró los ojos, se acomodó en su sillón y apoyó la cabeza en la mano derecha para pensar.

            ¿Quién demonios era el tal Mitros y cómo se relacionaba con la desaparición de los pordioseros?

            Sus pensamientos fueron interrumpidos por el aviso del comunicador.

            En el visor apareció la imagen de un rostro sin rostro:

            - ¿Qué pasa, Pregunta? ¿Hallaste algo?

            Pregunta, el aliado de Batman experto en conspiraciones, comenzó diciendo:

            - Tengo información y francamente, si los tuviera, tendría los pelos de punta.

            - Habla, pues.

            - Me encargaste investigar a la Cofradía, pues resulta que no hay nada de ellos por ninguna parte. Podría decirse que no existen. O son una organización fantasma o de verdad son tipos con un poder de camuflaje aterrador. Lo último que se supo de ellos fue hace más de 50 años cuando su líder desapareció en extrañas circunstancias.

            - ¿Qué tan extrañas?

            - ¡Muy extrañas! Este tipo, de quien no se sabe nada, parece que fue el responsable de los brotes “Z” que asolaron Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

El Señor Nocturno se acomodó en su sillón para responder:

            - Pero dichos brotes fueron producto del escape de un virus experimental de un laboratorio en Budapest. Se buscaba la forma de que un virus lograra sanar tejido afectado por el cáncer.

            - Pues parece que la versión oficial no es tan cierta. Según lo que averigüé, se trató de crear una especie de súper soldado inmune a la muerte. Imagina la posibilidad de que células muertas pudieran reanimarse una y otra vez, manteniendo las mismas funciones que cuando estaban vivas.

Batman, abrió los ojos, impactado por las últimas palabras de Pregunta.

            - ¿Qué pasa, Bat?

            - Empresa Díaz trabaja en un proyecto similar. Hoy mismo me reuní con el científico a cargo, el profesor James Hals.

            - Juegas con fuego, Bat.

            - Hals me aseguró que la idea la escuchó de un tal doctor Tyss Morgan que precisamente desapareció hace 50 años. Es posible que la Cofradía haya raptado a Morgan y obligado a desarrollar su idea.
            - O tal vez Morgan fuera parte de la Cofradía.

            Batman guardó silencio un momento para luego proseguir:

            - ¿Qué más averiguaste?

  
          - Había un organismo secreto de científicos formado específicamente para detener a la Cofradía y a su líder. Era el C.E.E.H., o sea, Centro de Estudios Extra Humanos.

            - ¿De qué demonios me estás hablando? ¿Qué es eso de “Extra Humanos?

            - Lo mejor no termina ahí. Este grupo de hombres de ciencia, trabajaba en íntima colaboración con… ¡La Iglesia Católica!

            Hay ocasiones en que el mundo se pone al revés, cuando las reglas parecen no aplicarse y toda tu experiencia sencillamente no sirve para nada. Así se sentía en defensor de ciudad Gótica escuchando el informe de Pregunta.

            - Por alguna razón tanto el CEEH y la Iglesia unieron fuerzas para detener a este tipo y sus seguidores. Luego de que el líder fuera reducido, el CEEH desapareció, y la Iglesia guarda estricto silencio.

- ¿Sabes el nombre del líder?

- Tenía muchos alias, pero era, principalmente, conocido como ¡Doctor Sitrom!

IV

            De vuelta en la bat cueva, el hombre Murciélago revisaba cuadro por cuadro los vídeos transmitidos por la televisión acerca de la muerte de la anciana que se lanzó del edificio. Trataba de encontrar alguna pista, algún indicio que le permitiera comenzar a desenrollar esta confusa y cada vez más aterradora madeja.

            Claramente era una pordiosera. Su nombre era Clarise Jones y frecuentaba el callejón de la costa de ciudad Gótica. Se le conocía porque a todos preguntaba por su hijo, quien había muerto en la guerra. A todos pedía información, algunos dólares y cigarrillos. Dormía en la calle y no era extraño encontrarla borracha en algún parque. En general era una mujer inofensiva. Hace 30 días que nadie la veía y de pronto la encontramos en todos los canales de TV, dando el espectáculo de su vida.

            El Justiciero repasó los eventos: subió a la azotea, se acercó a la cornisa, miró un rato hacia la calle, cerró los ojos, alzó los brazos, musitó unas palabras y luego… ¡se lanzó! Con su ordenador hizo acercamientos de la anciana ¿alguna marca? ¿un aparato oculto en la ropa? ¿Una herida? ¿Y las palabras? Volvió al momento en que la mujer dijo unas palabras. Por su puesto no tenía audio, pero el entrenamiento del Hombre Murciélago en lectura de labios le dio la respuesta. Se sintió aterrado aunque no sorprendido: “- ¡Por ti, Maestro, por ti!”.

            El cansancio de las últimas noches cayó sobre él. Se sentía sobre todo impotente frente a una bestia invisible que se paseaba frente a sus narices sin poder siquiera presentirla. En su mente, cientos de imágenes se presentaban como las numerosas partes de un rompecabezas del que no tenía el modelo. Inconexos datos que parecían burlarse del más grande detective del mundo y que además lo iban minando, destruyendo poco a poco como las rémoras invisibles de una enfermedad desconocida.

            Se acercó a su pizarra de trabajo. Allí tenía distribuida la información de los casos que investigaba y que sólo tenía un punto en común: un ser milenario cuyo poder es tan grande que puede incluso reanimar a los muertos. Escribió en la columna de nombres los dos datos más significativos que puedo dilucidar: “Mitros” , “Sitrom”, “James Hals” “Tyss Morgan”…

            - Su chocolate, señor- lo interrumpió la voz del fámulo.

            - Gracias, Alfred, déjalo donde siempre.

            - Veo que está en una de esas noches en las que lo obvio se le escapa.

            -Así, viejo amigo. Las piezas están allí pero no sé cómo unirlas.

            El mayordomo se acercó a la pizarra y miró mientras el amo de la mansión Díaz disfrutaba de un sorbo del dulce brebaje.

            - Veo que las nuevas generaciones todavía juegan a los anagramas.

            Batman miró con curiosidad al fámulo.

            - Cuando era joven tuve una novia muy bella. Sus padres le tenían prohibido relacionarse conmigo así que le enviaba cartas cambiando mi nombre utilizando anagramas: Alfred, Lefrad, Daflred, Al Freddy y más.

            - Y eso ¿qué tiene ver con este caso?

            - Observe – apuntó- “Mitros” y “Sitrom” en el fondo son la misma palabra. Yo diría que “Tyss Morgan” también lo es.

            Y la luz se hizo en la mente el Justiciero. Ttecleó en su ordenador los nombres señalados.

            - Busco coincidencias basadas en las combinaciones de las letras. Creo que has dado en el clavo, Alfred.

            -Siempre es un gusto colaborar, señor. Y ya que lo veo otra vez lleno de energía, me retiro.

            Batman no escuchó las últimas palabras del sirviente. Con la rapidez del rayo tecleó algunos nombres intentando encontrar alguna conexión. Los resultados fueron perturbadores: Barón de Rom ist, profesor M. Ortiz, doctor Tormis, Parapsicólogo Tim Ross, mentalista M. S. Ryot, Conde de Stroim. Todos situados en lugares y tiempos distintos, todos, sin embargo, parecieron desaparecer hace 50 años, justo en la época en que el tal Sitrom también desapareció. Profundizando en los datos que le entregara Pregunta se percató de una siniestra coincidencia: el centro de investigación a cargo del virus que causó los brotes “Z” en Europa hace diez lustros era “Laboratorios Rythmoz” propiedad del teratólogo H. Mirthoss. Había una conexión evidente en los nombres. Este poderoso ser había intervenido directa o indirectamente no solo en los brotes “Z”, sino seguramente en muchos otros sucesos a través de la historia. No había más que seguir el rastro de cadáveres.

Toda la noche, el defensor de ciudad Gótica recabó información de hechos extraños, al menos desde tiempos bíblicos: pestes en islas remotas del océano Índico, legiones romanas perdidas en las tierras bárbaras, zonas malditas cerca del mar Caspio, testimonios imposibles sobre el ataque de “muertos” a regimientos chilenos y bolivianos en el altiplano de los Andes durante la Guerra del Pacífico, cadáveres desaparecidos de prestigiosas universidades, todos vinculados de alguna manera con alguno de los nombres que eran claros anagramas, pero ¿cuál era el original?

Lo distrajo la señal de su comunicador:

- Bat, tengo noticias -dijo la voz de Pregunta- Encontré a alguien dispuesto a ayudarnos.

- ¿De quién se trata?

- De un miembro de la Iglesia Católica que trabajó con el CEEH en el caso de Sitrom.

- ¿Cuándo?

- ¿En tres horas en el callejón de la calle 8?

-Allí estaré.

V

De camino al callejón de la calle 8 se encuentra el albergue de “La Buena Onda” donde el profesor Gustav Summers y sus estudiantes reparten algún alimento a los callejeros.

- ¿Siguen desapareciendo, profesor?

El académico, del susto, casi deja caer una bandeja de patatas.

- Deja de hacer eso, Batman, algún día vas a matarme. Y sí, siguen desapareciendo. Cada vez tenemos menos, auqnue no por eso nos sobre la comida.

- ¿Supo lo de Clarise Jones?

- ¡Por supuesto! ¿Y quién no? Salió por todos los canales. No puedo imaginar qué la llevó a semejante estado. Siempre esperaba el regreso de su hijo, la mantenía con vida.

- ¿Cómo lo tomaron lo demás?
Summers seguía repartiendo raciones que los estudiantes retiraban. La sorpresa de ver al Señor Oscuro charlando con su profesor nunca los dejaba indiferentes.

- En general están bien, aunque debo reconocer que la pequeña Luciel me tiene preocupado.

- ¿Qué pasa con ella?

- Ya sabes que no hay manera de llevarla a un hogar o por lo menos a un hospicio donde estaría mejor que en la calle. Clarise y Luciel habían conectado, ¿sabes? Se hacían bien una a la otra. Pensé que la muerte de su anciana amiga perturbaría a la pequeña pero…

- Pero ¿qué?

- Está, diría, feliz. Verás, cuando regresó hace dos semanas, luego de estar ausente, casi un mes, ni siquiera preguntó por Clarise. Recuerda, creímos que era uno de los desaparecidos, pero la descartamos cuando volvió, sin embargo no fue la misma. Mírala, ahí viene.
Una jovencita de 11 años, sucia y mal vestida, con un grasiento gorro sobre un cabello largo y mal cuidado, se acercó a la fila para recibir alguna ración. Pasó junto al Justiciero quien le dijo con suave voz:

-Lamento lo de tu amiga.

Ella se detuvo, alzó la vista para mirar a Batman y sonriendo dijo:

- Ella está bien.

-Sí, junto a Dios.

- No- respondió la niña- ¡Junto al Maestro!

El Hombre Murciélago abrió los ojos:

- ¿Qué dijiste? ¿El Maestro?

- Sí, el Maestro.

- ¿Dónde está ese… Maestro?

La niña rio con una locura aterradora:

- Él está en todas partes, él ahora está aquí. Así fue como habló con nosotras. Nos prometió la paz de los muertos, nos prometió volver a estrechar a nuestros seres queridos. Él ya viene, ya viene.

- ¿Cómo, cuándo, dónde?

- El ya viene.

Luciel salió de la fila y huyó al interior de la sombra el callejón, su risa se perdió en la oscuridad. Summer se acercó al defensor de Ciudad Gótica.

- Algo horrible está a punto de pasar, Bat.

- Me temo que ya está pasando. Tengo que irme.

La noche rodeó al encapotado y sus brillantes ojos se apagaron.

VI

Pregunta miró a su alrededor sin encontrar señales del Hombre Murciélago. De pronto:

- ¡Llegas tarde!

- Apenas 2 minutos, Batman.  Además, no me culpes, no vengo solo.

Detrás del paranoico Pregunta apreció la figura de un anciano sacerdote, alto y delgado.

- Es un honor conocerlo, herr Batman – el acento reveló su origen germánico.

- Espero que pueda ayudarnos, padre…

- Libby, padre Patrick Libby. Soy sobrino del padre Hans Libby, quien fuera uno de los mayores enemigos del Monstruo.

- Pregunta me ha dicho que trabajó usted con el C.E.E.H tratando de detener al doctor Sitrom.

Una triste sonrisa se dibujó en el rostro del clérigo.

- ¿Sitrom? Sí, claro, es uno de sus anagramas, uno de tantos.

- Por lo que he podido averiguar, posee varios nombres, muchos de los cuales se remontan incluso hasta el antiguo Egipto.

- Y aún más allá.

- ¿Es el mismo individuo o se va pasando el manto del “Monstruo”, como usted le llama, de una generación a otra?

- Es la misma entidad, herr Batman, es la misma Cosa que nos ha atormentado por siglos, buscando solo una cosa: la destrucción de la vida.

- He consultado a los mayores hechiceros y nadie supo decirme quién era este Sitrom o Mitros o Stroim…

- ¿Hechiceros? Me temo que esto supera a sus magos, herr Batman, esto está en el dominio de la ciencia y la religión. En todos los milenios que lo hemos combatido, el único depredador que sabemos que tiene es Dios. Solo Él puede derrotarlo en el plano espiritual. Y nosotros en el material.

            Pregunta intervino:

- ¿Significa que debemos enfrentarlo con cruces y estacas? ¡Entonces es un vampiro!

- Es eso y más, herr Pregunta. Él es el origen de todas esas aberraciones, de todos los engendros que conocemos como “monstruos”.

- Entonces, ¿es un demonio?
- No, herr Batman, no en el sentido convencional de la palabra. Sabemos que utiliza recursos del Maligno, pero no le sirve, podríamos decir que es algo así como un socio que tiene algunos objetivos en común con el Ángel Caído. Por ejemplo, tienen el mismo enemigo.  

- Esto es completamente nuevo, se sale de todo lo que conocemos, pero… ¡qué demonios pasa allí!

El colaborador de Batman apuntó a la calle. Al otro lado de la acera se podía ver una niña que los miraba, como sabiendo que se hallaban ocultos en el callejón.

- ¡Luciel!

La niña extendió sus brazos, presentó sus palmas en señal de entrega y dijo:

- ¡Por ti, Maestro!

Y ante los impotentes ojos de los tres hombres, la niña dio un paso adelante hacia la calle cuando un enorme camión de carga acertaba a pasar. La arrastró más de 20 metros antes que el conductor pudiera frenar.
           
Frente a la conmoción llegaron los mirones de siempre, y alguien acertó en dar aviso a la policía. El conductor se hallaba totalmente choqueado. Batman llegó en solo segundos:

- Te lo juro, Bat, no la vi. De pronto se lanzó a la calle como si estuviera dormida.

- Lo vi todo, eres inocente.

Cuando llegó la primera patrulla, el Hombre Murciélago contó lo sucedido. Cuando trataron de tomarle declaración, él ya había desaparecido.

De vuelta en el callejón, preguntó con furia, al viejo sacerdote:

- Si todos los nombres que conocemos son anagramas, ¿cuál es el original? ¿Cómo se llama este ser abominable!

- Su nombre – dijo el padre Libby- es ¡Mortis!


Continuará...


5 comentarios:

  1. La fanfic es algo muy llamativo, "homenajear" las obras y los personajes del comic (en este caso) que nos encantaron tanto, o querer contribuir con nuevos argumentos y giros en los personajes, es algo muy interesante, como los fanzines hechos en papel, o el periodismo amateur norteamericano, del que fue parte nada menos que HPL... yo hace rato estoy pensando en hacer un fanfic nada menos que con uno de los villanos de Centella... tú sabes de quien habló, pero no lo diré aquí públicamente para que no me roben la idea jajaja.
    Muy bueno tu cruce de Mortis con el Caballero Oscuro, todo un aporte!

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    1. Tremendo tiene que ser una historia con aquel malvado que ya adivino cuál es. Tengo en lo sucesivo la idea de un duelo entre el doctor Who y el doctor Mortis. Bueno, hacer gozo y homenaje a nuestros ídolos.
      Pronto vendrá la tercera parte.

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    2. Esperando la tercera parte entonces... ;)

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  2. Con gozo en el corazón puedo decir que por fin tan esquivo anfitrión, por fin se ha acordado de aquellos mortales a los que ilusionó con la primera parte de este relato durante el pasado verano. Pues en mi incompetencia tuve que repasarme el texto anterior para poder dedicarme a este otro, si bien no voy a negar que volví a disfrutar su prosa llena de guiños a nuestros queridos personajes. Pues en esta segunda ocasión el panorama se ha ido acomplejando y ya hacia el final del capítulo se ha hecho la gran revelación que muchos esperábamos. Solo espero que el autor de esta historia no se vuelva a perder en la maquinaria de la rutina y nos gratifique con la continuación (¿y conclusión?) de esta memorable historia.

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  3. Muchas gracias por tus palabras, amigo mío, ya que esta historia me ha gustado mucho escribirla. Miguel llama a a esto "Fanfic", palabra que desconocía y que no obstante me ha dado el marco conceptual para seguir creando encuentro terribles entre Mortis y ¿Doctor who? ¿Sherlock Holmes? ¿Doctor Strange? ¿El Santo con Blak Demon? ¿Shika Da Silva? En fin, hay harto para fantasear...
    Ya viene la tercera parte. Francamente no sé si será la final.

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