Anfitrión: Doctor Mortis |
DUELO
DE
SOMBRAS 2
En el post anterior, veíamos a Batman tratando de averiguar sobre algunos pordioseros que habían desaparecido. Impresionado por el suicidio de uno de un callejero, se ve forzado a cambiar su investigación cuando recibe una advertencia de su archienemigo Rash Al Gul: ¡El Maestro ha vuelto! Visita a Vándalo Salvaje en las instalaciones carcelarias de CADMUS, y allí escucha una historia horrible, sobre un ser aterrador conocido como Mitros.
I
Oscuridad. Gritos. Disparos. El
dolor. Finalmente, la sensación de vacío que terminaba por consumirlo todo, por
llevarse todo.
- Señor, Bruno, ya estamos por llegar.
Con aquellas palabras del fámulo,
quien además era su chófer y amigo, Bruno Díaz salió de un intranquilo sueño.
- ¿Está bien, amo Bruno?
- Sí, Alfred. Es la pesadilla de siempre.
- ¿El callejón?
La pregunta no obtuvo respuesta.
- ¿Cuánto falta?
- Unos 15 minutos. Hay algo de café
en el mini bar, señor. Tal vez lo despeje.
Mientras Díaz disfrutaba del aroma y
sabor de un reparador café colombiano, pasó revista por enésima vez a su
entrevista con el criminal conocido como Vándalo-Salvaje. Sobre todo lo
inquietaba la última parte.
- ¡500 años!
- Así es, Bats. Lo vi otra vez en
los restos de la desastrosa batalla de Thuron, a las afueras de Antioquía
¡Memorable y ruinosa batalla! Yo estuve del lado perdedor, ¿sabes? Luego de 3
días de asedios y enfrentamientos, los malditos romanos nos hicieron pedazos.
Cuerpos sobre cuerpos, sangre a borbollones remecida por los últimos suspiros
de algún infortunado. Allí, debajo de innúmeros cadáveres, me escondí de las
hordas vencedoras. Ya sabes que no temo a la muerte, pero no busco el dolor gratuito,
y créeme que los romanos eran expertos en formas horrendas de provocarlo.
Sobrevivir no era precisamente tan deseable en semejantes circunstancias.
Horas después
del último enfrentamiento, con solo el ruido que las aves de rapiña hacen cuando
desgarran un cuerpo, decidí que ya era hora de salir de mi escondite. Era de día,
Bat, el calor levantaba un hedor insoportable, mientras voraces bichos ya
comenzaban a llenar el ambiente. Con mucho esfuerzo logré abrirme camino hasta el
exterior, para contemplar cómo una carnicería brutal cubría la superficie hasta
donde mis aturdidos ojos podían ver. No me detuve a meditarlo, tenía que salir
de allí. Fue entonces cuando escuché unas voces. No logré reconocer el idioma,
a pesar de dominar muchísimos. Me acerqué a una pila de soldados desmembrados
donde seguramente pasaría inadvertido. Las siluetas no me parecieron de
legionarios, sino de médicos, arpías inhumanas, listos siempre para apoderarse
de alguna víctima a medio morir para provocarle mayores males que la guerra.
Estaba preparado para enfrentar a este grupo cuando lo vi. Allí paseándose como
un gobernante entre sus mutilados súbditos, un rey horrible, monstruoso,
caminaba entre los muertos, como revisando un ejército dispuesto. Lo vi,
Batman, lo vi, era él, no cabía duda alguna; su pavorosa figura, su insultante
superioridad, era él, Mitros, pero ahora convertido en un ser cuyo rostro
mostraba la corrupción a la que alma había llegado. Ignoro por cuáles medios
ese demonio había logrado llegar a sobrevivir 500 años más, pero su rostro desfigurado,
maldito, me mostraba los pactos nauseabundos que sin duda había realizado con
oscuridades más allá de nuestra comprensión.
¿Qué debía hacer? La ira, el deseo
de venganza, el odio me impulsaba a levantar mi espada y atravesarlo tantas
veces como lo había soñado. La prudencia me convenció de seguir oculto, en el
mayor de los silencios. El dilema no lo resolví yo, la encrucijada me fue
arrebatada por la Bestia. Sí, Batman, Mitros se detuvo un momento y oliendo,
identificando a través de la podredumbre que ya se levantaba en el campo de batalla,
dirigió su espantoso nuevo rostro hacia mí. De entre todos los cadáveres alrededor,
él logró verme, logró notarme. Sonrió dejando ver una dentadura blanca, perfecta,
coronada de labios tan secos que estaban a punto de desprenderse de su rostro.
Levantó una mano en señal de autoridad y dijo:
- ¡Levantaos, hijos míos, tomad lo
que es vuestro!
Y entonces, lo juro Bat, no miento, algunos cadáveres
comenzaron a moverse, a levantarse, ¡A caminar! ¡A gemir! Y se dirigían hacia mí.
La energía que guardaba mi cuerpo me hizo reaccionar,
me desprendí de todo lo que podía obstaculizar mi escape y me abrí paso entre la
muerte que me rodeaba. Aquellos seres que alguna vez fueron humanos, venían siguiéndome
muy de cerca. Otros comenzaron también a levantarse. Me di cuenta que si no
ponía todo mi empeño terminaría en las horribles garras de Mitros, cuya locura ya
conocía bien. Así que corrí sin mirar a atrás, corrí, corrí tanto que sólo
cuando las fuerzas ya me faltaron totalmente, me dejé llevar por el cansancio
derrumbándome. Desperté en un campamento, donde me atendieron hasta que pude huir
de allí.
Nunca más he vuelto a verlo, aunque supe de él cuando
me encontré con Rash Al Gul hace 200 años. Solo el señor de la Liga de las sombras
puede contarte su experiencia con el monstruo.
- Ha desaparecido. Me informó de una
señal recibida desde el Pacífico sur y de “La Cofradía”.
- Entonces es verdad. El Maestro ha
vuelto y todos estamos perdidos.
El justiciero dejó al inmortal sumido en una profunda
tristeza. Lejos de hallar luz en las palabras de Vándalo Salvaje, la oscuridad
se hizo más inmensa todavía.
II
La reunión semestral de avance de Empresas
Díaz, solía ser uno de los momentos más esperados por Bruno Díaz, accionista principal.
El imperio que le habían dejado sus padres se mantenía gracias a los proyectos
que allí se mostraban. A pesar de su doble vida, estaba al tanto de varios de ellos,
en especial de uno, cuyo gestor estaría presente y a quien tenía muchas ganas
de conocer.
- ¡Bruno! – llamó su atención su
fiel amigo Lucius Fox –, déjame que te presente al profesor James Hals.
Los dos hombres
se estrecharon las manos.
Hals era un hombre mayor, bien conservado
para sus 75 años. Tez blanca, ojos brillantes, calva elegante y voz profunda.
- Señor Díaz, ¡qué placer! Al fin
conozco al hombre detrás del dinero.
- El dinero es solo una parte de lo
que somos, lo que de verdad nos importa son los beneficios para la humanidad.
Esa era la visión de mi padre.
- Visión que Bruno trata de mantener
a toda costa – dijo Fox.
- Fue eso lo que me llevó a aceptar
el financiamiento de Empresas Díaz y rechazar a Lexcorp.
- Tiburones hay en todos lados
.
Les trajeron algunos aperitivos que se
sirvieron con alegre fruición.
- Su proyecto, profesor Hals -
prosiguió Díaz-, me interesó de inmediato. Imagínese, la reanimación de células
muertas para que sigan realizando funciones de mantenimiento en organismos
vivos. Es brillante.
- Lo será si lo logra, como lo esperamos
– agregó Fox.
Hals consumió un bocadillo y dijo:
- Siempre he reconocido que el
mérito no es del todo mío. La primera vez que oí de semejante idea y de algún
procedimiento que lo hiciera posible fue en universidad de Ciudad Central, en
una singular conferencia a cargo del doctor Tyss Morgan.
- Leí que fue desprestigiado por sus
colegas hace 50 años. Sus propuestas eran inquietantes.
- Señor Díaz, lo que hace 50 años era
“inquietante”, hoy lo llamamos “visionario”.
- ¿Qué fue de él?
- Lo ignoro, señor Fox, le perdí la pista
casi de inmediato. Nunca más publicó. Imagino que habrá muerto.
Los interrumpió una llamada al móvil de Bruno Díaz:
- Disculpen, ¿qué pasa, Alfred?
- Debería asomarse a la ventana,
señor. Algo ocurre en el edificio del frente.
El joven millonario se acercó al
gran ventanal de la sala de eventos de su edificio, seguido por varios presentes
que notaron su rostro de preocupación. Lo que vieron los estremeció.
- Rápido – dijo Fox- llamen a la policía
o avisen a los bomberos.
Justo frente a sus ojos, en el viejo edificio situado a
un costado de la fachada de Empresa Díaz, una mujer, anciana, harapienta y
sucia, de pie en la cornisa de la azotea parecía estar a punto de lanzarse a la
calle. En la mente de todos se dibujó la consecuencia de estrellarse en el
pavimento desde una altura de 20 pisos.
Mientras todos marcaron algún número
desde sus móviles, Díaz observó atentamente a la anciana. Su entrenada observación
la recorrió en segundos sacando el perfil de la mujer. A pesar de su aspecto,
se dibujaba en su rostro una paz imposible, enferma, que inquietó mucho más al empresario
que todo el resto de la escena.
Desde lejos se comenzaron a escuchar
las sirenas de la policía. Bruno supo que ya era tarde, pues vio dibujarse en
la cara de la mujer la pétrea máscara de la decisión. Apareció un helicóptero
de algún canal de televisión trasmitiendo para toda la ciudad esta locura que
rompía la rutina de la más oscura ciudad del mundo. La mujer cerró los ojos,
movió los labios, como haciendo una oración y, tranquilamente, se lanzó.
Bruno se la quedó mirando con
frialdad mientras caía. Solo unos segundos y el cuerpo de la mujer se golpeó
con el duro suelo de concreto con el impacto de 200 veces su propio peso. Es
posible que antes de llegar al suelo ya estuviera muerta de asfixia. Abajo, los
gritos, las maldiciones, algún sádico filmando el cuerpo o fotografiando el
evento para su diversión. Algún policía alejando a los curiosos y alguna madre
evitando que su hijo contemplara la terrible escena. Nada más.
Bruno
Díaz, se volvió a los invitados y señaló tranquilo:
- Bueno, señoras y señores, ya todo
está en manos de la policía así que nosotros sigamos en lo nuestro.
El
anfitrión debía mantener su imagen de frío y despreocupado para que ni de lejos
lo relacionaran con su alter ego.
III
- Raven, ¿estás segura?
La profunda voz del justiciero
sonaba ansiosa y decepcionada.
- Sí, Batman – recalcó por el enorme
visor de la bat-cueva, la bella hechicera, amiga y aliada en su lucha contra el
crimen-, lo he consultado con todos mis contactos y nadie sabe decirme ni
palabra del tal Mitros. Incluso le pregunté a Destino, y ni el antiguo Amo del
Orden supo darme una respuesta. Un ser como el que describes es imposible que
haya pasado inadvertido para magos y hechiceros de todos los tiempos. Si
Vándalo Salvaje tiene razón, te enfrentas a una de las figuras más peligrosas de
la historia.
- Está bien, Raven, si sabes algo,
comunícate de inmediato.
-Lo haré y… ¡ten cuidado, Bat!
La imagen desapareció.
Cerró los ojos, se acomodó en su
sillón y apoyó la cabeza en la mano derecha para pensar.
¿Quién demonios era el tal Mitros y
cómo se relacionaba con la desaparición de los pordioseros?
Sus pensamientos fueron interrumpidos
por el aviso del comunicador.
En el visor apareció la imagen de un
rostro sin rostro:
- ¿Qué pasa, Pregunta? ¿Hallaste algo?
Pregunta, el aliado de Batman
experto en conspiraciones, comenzó diciendo:
- Tengo información y francamente,
si los tuviera, tendría los pelos de punta.
- Habla, pues.
- Me encargaste investigar a la Cofradía,
pues resulta que no hay nada de ellos por ninguna parte. Podría decirse que no
existen. O son una organización fantasma o de verdad son tipos con un poder de camuflaje
aterrador. Lo último que se supo de ellos fue hace más de 50 años cuando su
líder desapareció en extrañas circunstancias.
- ¿Qué tan extrañas?
- ¡Muy extrañas! Este tipo, de quien
no se sabe nada, parece que fue el responsable de los brotes “Z” que asolaron
Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
El Señor Nocturno se acomodó en su sillón para
responder:
- Pero dichos brotes fueron producto
del escape de un virus experimental de un laboratorio en Budapest. Se buscaba
la forma de que un virus lograra sanar tejido afectado por el cáncer.
- Pues parece que la versión oficial
no es tan cierta. Según lo que averigüé, se trató de crear una especie de súper
soldado inmune a la muerte. Imagina la posibilidad de que células muertas pudieran
reanimarse una y otra vez, manteniendo las mismas funciones que cuando estaban vivas.
Batman, abrió los ojos, impactado por las últimas palabras
de Pregunta.
- ¿Qué pasa, Bat?
- Empresa Díaz trabaja en un
proyecto similar. Hoy mismo me reuní con el científico a cargo, el profesor
James Hals.
- Juegas con fuego, Bat.
- Hals me aseguró que la idea la
escuchó de un tal doctor Tyss Morgan que precisamente desapareció hace 50 años.
Es posible que la Cofradía haya raptado a Morgan y obligado a desarrollar su
idea.
- O tal vez Morgan fuera parte de la
Cofradía.
Batman guardó silencio un momento
para luego proseguir:
- ¿Qué más averiguaste?
- Había un organismo secreto de científicos formado específicamente para detener a la Cofradía y a su líder. Era el C.E.E.H., o sea, Centro de Estudios Extra Humanos.
- ¿De qué demonios me estás hablando?
¿Qué es eso de “Extra Humanos?
- Lo mejor no termina ahí. Este grupo
de hombres de ciencia, trabajaba en íntima colaboración con… ¡La Iglesia
Católica!
Hay ocasiones en que el mundo se pone
al revés, cuando las reglas parecen no aplicarse y toda tu experiencia
sencillamente no sirve para nada. Así se sentía en defensor de ciudad Gótica
escuchando el informe de Pregunta.
- Por alguna razón tanto el CEEH y
la Iglesia unieron fuerzas para detener a este tipo y sus seguidores. Luego de
que el líder fuera reducido, el CEEH desapareció, y la Iglesia guarda estricto
silencio.
-
¿Sabes el nombre del líder?
-
Tenía muchos alias, pero era, principalmente, conocido como ¡Doctor Sitrom!
IV
De vuelta en la bat cueva, el hombre
Murciélago revisaba cuadro por cuadro los vídeos transmitidos por la televisión
acerca de la muerte de la anciana que se lanzó del edificio. Trataba de encontrar
alguna pista, algún indicio que le permitiera comenzar a desenrollar esta
confusa y cada vez más aterradora madeja.
Claramente era una pordiosera. Su
nombre era Clarise Jones y frecuentaba el callejón de la costa de ciudad Gótica.
Se le conocía porque a todos preguntaba por su hijo, quien había muerto en la guerra.
A todos pedía información, algunos dólares y cigarrillos. Dormía en la calle y
no era extraño encontrarla borracha en algún parque. En general era una mujer inofensiva.
Hace 30 días que nadie la veía y de pronto la encontramos en todos los canales
de TV, dando el espectáculo de su vida.
El Justiciero repasó los eventos:
subió a la azotea, se acercó a la cornisa, miró un rato hacia la calle, cerró
los ojos, alzó los brazos, musitó unas palabras y luego… ¡se lanzó! Con su ordenador
hizo acercamientos de la anciana ¿alguna marca? ¿un aparato oculto en la ropa?
¿Una herida? ¿Y las palabras? Volvió al momento en que la mujer dijo unas palabras.
Por su puesto no tenía audio, pero el entrenamiento del Hombre Murciélago en
lectura de labios le dio la respuesta. Se sintió aterrado aunque no
sorprendido: “- ¡Por ti, Maestro, por ti!”.
El cansancio de las últimas noches cayó
sobre él. Se sentía sobre todo impotente frente a una bestia invisible que se paseaba
frente a sus narices sin poder siquiera presentirla. En su mente, cientos de imágenes
se presentaban como las numerosas partes de un rompecabezas del que no tenía el
modelo. Inconexos datos que parecían burlarse del más grande detective del
mundo y que además lo iban minando, destruyendo poco a poco como las rémoras
invisibles de una enfermedad desconocida.
Se acercó a su pizarra de trabajo.
Allí tenía distribuida la información de los casos que investigaba y que sólo
tenía un punto en común: un ser milenario cuyo poder es tan grande que puede incluso
reanimar a los muertos. Escribió en la columna de nombres los dos datos más significativos
que puedo dilucidar: “Mitros” , “Sitrom”, “James Hals” “Tyss Morgan”…
- Su chocolate, señor- lo
interrumpió la voz del fámulo.
- Gracias, Alfred, déjalo donde siempre.
-Así, viejo amigo. Las piezas están
allí pero no sé cómo unirlas.
El mayordomo se acercó a la pizarra
y miró mientras el amo de la mansión Díaz disfrutaba de un sorbo del dulce brebaje.
- Veo que las nuevas generaciones
todavía juegan a los anagramas.
Batman miró con curiosidad al
fámulo.
- Cuando era joven tuve una novia
muy bella. Sus padres le tenían prohibido relacionarse conmigo así que le
enviaba cartas cambiando mi nombre utilizando anagramas: Alfred, Lefrad,
Daflred, Al Freddy y más.
- Y eso ¿qué tiene ver con este
caso?
- Observe – apuntó- “Mitros” y
“Sitrom” en el fondo son la misma palabra. Yo diría que “Tyss Morgan” también
lo es.
Y la luz se hizo en la mente el
Justiciero. Ttecleó en su ordenador los nombres señalados.
- Busco coincidencias basadas en las
combinaciones de las letras. Creo que has dado en el clavo, Alfred.
-Siempre es un gusto colaborar,
señor. Y ya que lo veo otra vez lleno de energía, me retiro.
Batman no escuchó las últimas palabras
del sirviente. Con la rapidez del rayo tecleó algunos nombres intentando
encontrar alguna conexión. Los resultados fueron perturbadores: Barón de Rom
ist, profesor M. Ortiz, doctor Tormis, Parapsicólogo Tim Ross, mentalista M. S.
Ryot, Conde de Stroim. Todos situados en lugares y tiempos distintos, todos,
sin embargo, parecieron desaparecer hace 50 años, justo en la época en que el
tal Sitrom también desapareció. Profundizando en los datos que le entregara
Pregunta se percató de una siniestra coincidencia: el centro de investigación a
cargo del virus que causó los brotes “Z” en Europa hace diez lustros era
“Laboratorios Rythmoz” propiedad del teratólogo H. Mirthoss. Había una conexión
evidente en los nombres. Este poderoso ser había intervenido directa o
indirectamente no solo en los brotes “Z”, sino seguramente en muchos otros
sucesos a través de la historia. No había más que seguir el rastro de cadáveres.
Toda la noche, el defensor de ciudad Gótica recabó información
de hechos extraños, al menos desde tiempos bíblicos: pestes en islas remotas
del océano Índico, legiones romanas perdidas en las tierras bárbaras, zonas
malditas cerca del mar Caspio, testimonios imposibles sobre el ataque de
“muertos” a regimientos chilenos y bolivianos en el altiplano de los Andes
durante la Guerra del Pacífico, cadáveres desaparecidos de prestigiosas universidades,
todos vinculados de alguna manera con alguno de los nombres que eran claros anagramas,
pero ¿cuál era el original?
Lo distrajo la señal de su comunicador:
- Bat, tengo noticias -dijo la voz de Pregunta-
Encontré a alguien dispuesto a ayudarnos.
- ¿De quién se trata?
- De un miembro de la Iglesia Católica que trabajó con
el CEEH en el caso de Sitrom.
- ¿Cuándo?
- ¿En tres horas en el callejón de la calle 8?
-Allí estaré.
V
De camino al callejón de la calle 8 se encuentra el
albergue de “La Buena Onda” donde el profesor Gustav Summers y sus estudiantes reparten
algún alimento a los callejeros.
- ¿Siguen desapareciendo, profesor?
El académico, del susto, casi deja caer una bandeja de
patatas.
- Deja de hacer eso, Batman, algún día vas a matarme.
Y sí, siguen desapareciendo. Cada vez tenemos menos, auqnue no por eso nos sobre
la comida.
- ¿Supo lo de Clarise Jones?
- ¡Por supuesto! ¿Y quién no? Salió por todos los
canales. No puedo imaginar qué la llevó a semejante estado. Siempre esperaba el
regreso de su hijo, la mantenía con vida.
- ¿Cómo lo tomaron lo demás?
Summers seguía repartiendo raciones que los estudiantes
retiraban. La sorpresa de ver al Señor Oscuro charlando con su profesor nunca los
dejaba indiferentes.
- En general están bien, aunque debo reconocer que la
pequeña Luciel me tiene preocupado.
- ¿Qué pasa con ella?
- Ya sabes que no hay manera de llevarla a un hogar o
por lo menos a un hospicio donde estaría mejor que en la calle. Clarise y
Luciel habían conectado, ¿sabes? Se hacían bien una a la otra. Pensé que la muerte
de su anciana amiga perturbaría a la pequeña pero…
- Pero ¿qué?
- Está, diría, feliz. Verás, cuando regresó hace dos semanas,
luego de estar ausente, casi un mes, ni siquiera preguntó por Clarise. Recuerda,
creímos que era uno de los desaparecidos, pero la descartamos cuando volvió,
sin embargo no fue la misma. Mírala, ahí viene.
Una jovencita de 11 años, sucia y mal vestida, con un grasiento
gorro sobre un cabello largo y mal cuidado, se acercó a la fila para recibir alguna
ración. Pasó junto al Justiciero quien le dijo con suave voz:
-Lamento lo de tu amiga.
Ella se detuvo, alzó la vista para mirar a Batman y
sonriendo dijo:
- Ella está bien.
-Sí, junto a Dios.
- No- respondió la niña- ¡Junto al Maestro!
El Hombre Murciélago abrió los ojos:
- ¿Qué dijiste? ¿El Maestro?
- Sí, el Maestro.
- ¿Dónde está ese… Maestro?
La niña rio con una locura aterradora:
- Él está en todas partes, él ahora está aquí. Así fue
como habló con nosotras. Nos prometió la paz de los muertos, nos prometió
volver a estrechar a nuestros seres queridos. Él ya viene, ya viene.
- ¿Cómo, cuándo, dónde?
- El ya viene.
Luciel salió de la fila y huyó al interior de la sombra
el callejón, su risa se perdió en la oscuridad. Summer se acercó al defensor de
Ciudad Gótica.
- Algo horrible está a punto de pasar, Bat.
- Me temo que ya está pasando. Tengo que irme.
La noche rodeó al encapotado y sus brillantes ojos se apagaron.
VI
Pregunta miró a su alrededor sin encontrar señales del
Hombre Murciélago. De pronto:
- ¡Llegas tarde!
- Apenas 2 minutos, Batman. Además, no me culpes, no vengo solo.
Detrás del paranoico Pregunta apreció la figura de un
anciano sacerdote, alto y delgado.
- Es un honor conocerlo, herr Batman – el acento reveló
su origen germánico.
- Espero que pueda ayudarnos, padre…
- Libby, padre Patrick Libby. Soy sobrino del padre
Hans Libby, quien fuera uno de los mayores enemigos del Monstruo.
- Pregunta me ha dicho que trabajó usted con el
C.E.E.H tratando de detener al doctor Sitrom.
Una triste sonrisa se dibujó en el rostro del clérigo.
- ¿Sitrom? Sí, claro, es uno de sus anagramas, uno de tantos.
- Por lo que he podido averiguar, posee varios
nombres, muchos de los cuales se remontan incluso hasta el antiguo Egipto.
- Y aún más allá.
- ¿Es el mismo individuo o se va pasando el manto del “Monstruo”,
como usted le llama, de una generación a otra?
- Es la misma entidad, herr Batman, es la misma Cosa
que nos ha atormentado por siglos, buscando solo una cosa: la destrucción de la
vida.
- He consultado a los mayores hechiceros y nadie supo
decirme quién era este Sitrom o Mitros o Stroim…
- ¿Hechiceros? Me temo que esto supera a sus magos, herr
Batman, esto está en el dominio de la ciencia y la religión. En todos los milenios
que lo hemos combatido, el único depredador que sabemos que tiene es Dios. Solo
Él puede derrotarlo en el plano espiritual. Y nosotros en el material.
Pregunta intervino:
- ¿Significa que debemos enfrentarlo con cruces y
estacas? ¡Entonces es un vampiro!
- Es eso y más, herr Pregunta. Él es el origen de todas
esas aberraciones, de todos los engendros que conocemos como “monstruos”.
- Entonces, ¿es un demonio?
- No, herr Batman, no en el sentido convencional de la
palabra. Sabemos que utiliza recursos del Maligno, pero no le sirve, podríamos
decir que es algo así como un socio que tiene algunos objetivos en común con el
Ángel Caído. Por ejemplo, tienen el mismo enemigo.
- Esto es completamente nuevo, se sale de todo lo que conocemos,
pero… ¡qué demonios pasa allí!
El colaborador de Batman apuntó a la calle. Al otro
lado de la acera se podía ver una niña que los miraba, como sabiendo que se hallaban
ocultos en el callejón.
- ¡Luciel!
La niña extendió sus brazos, presentó sus palmas en señal
de entrega y dijo:
- ¡Por ti, Maestro!
Y ante los impotentes ojos de los tres hombres, la niña
dio un paso adelante hacia la calle cuando un enorme camión de carga acertaba a
pasar. La arrastró más de 20 metros antes que el conductor pudiera frenar.
Frente a la conmoción llegaron los mirones de siempre, y
alguien acertó en dar aviso a la policía. El conductor se hallaba totalmente choqueado.
Batman llegó en solo segundos:
- Te lo juro, Bat, no la vi. De pronto se lanzó a la calle
como si estuviera dormida.
- Lo vi todo, eres inocente.
Cuando llegó la primera patrulla, el Hombre Murciélago contó
lo sucedido. Cuando trataron de tomarle declaración, él ya había desaparecido.
De vuelta en el callejón, preguntó con furia, al viejo sacerdote:
- Si todos los nombres que conocemos son anagramas, ¿cuál
es el original? ¿Cómo se llama este ser abominable!
- Su nombre – dijo el padre Libby- es ¡Mortis!
Continuará...
La fanfic es algo muy llamativo, "homenajear" las obras y los personajes del comic (en este caso) que nos encantaron tanto, o querer contribuir con nuevos argumentos y giros en los personajes, es algo muy interesante, como los fanzines hechos en papel, o el periodismo amateur norteamericano, del que fue parte nada menos que HPL... yo hace rato estoy pensando en hacer un fanfic nada menos que con uno de los villanos de Centella... tú sabes de quien habló, pero no lo diré aquí públicamente para que no me roben la idea jajaja.
ResponderEliminarMuy bueno tu cruce de Mortis con el Caballero Oscuro, todo un aporte!
Tremendo tiene que ser una historia con aquel malvado que ya adivino cuál es. Tengo en lo sucesivo la idea de un duelo entre el doctor Who y el doctor Mortis. Bueno, hacer gozo y homenaje a nuestros ídolos.
EliminarPronto vendrá la tercera parte.
Esperando la tercera parte entonces... ;)
EliminarCon gozo en el corazón puedo decir que por fin tan esquivo anfitrión, por fin se ha acordado de aquellos mortales a los que ilusionó con la primera parte de este relato durante el pasado verano. Pues en mi incompetencia tuve que repasarme el texto anterior para poder dedicarme a este otro, si bien no voy a negar que volví a disfrutar su prosa llena de guiños a nuestros queridos personajes. Pues en esta segunda ocasión el panorama se ha ido acomplejando y ya hacia el final del capítulo se ha hecho la gran revelación que muchos esperábamos. Solo espero que el autor de esta historia no se vuelva a perder en la maquinaria de la rutina y nos gratifique con la continuación (¿y conclusión?) de esta memorable historia.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, amigo mío, ya que esta historia me ha gustado mucho escribirla. Miguel llama a a esto "Fanfic", palabra que desconocía y que no obstante me ha dado el marco conceptual para seguir creando encuentro terribles entre Mortis y ¿Doctor who? ¿Sherlock Holmes? ¿Doctor Strange? ¿El Santo con Blak Demon? ¿Shika Da Silva? En fin, hay harto para fantasear...
ResponderEliminarYa viene la tercera parte. Francamente no sé si será la final.